El último filme dirigido por Wes Ball marca no solo una continuación, sino también un nuevo comienzo en la icónica saga de "El Planeta de los Simios". Ambientada muchas generaciones después de la muerte del primer simio inteligente, la humanidad ha sido diezmada y los papeles se han invertido: los simios son ahora la especie dominante, mientras que los humanos están subordinados.
'El reino del planeta de los simios', un nuevo comienzo
Otoniel laguna
La civilización simia ha progresado significativamente, aunque sin alcanzar el apogeo tecnológico y científico que una vez llevaron a la humanidad al desastre. Este trasfondo tribal se refleja en el personaje de Noa, interpretado por Owen Teague, quien es miembro del Clan de las Águilas. La relación simbiótica con las águilas, animales amaestrados por su pueblo, está profundamente entrelazada con los rituales del clan, añadiendo una capa de simbolismo a la narrativa.
Desde un punto de vista técnico y visual, "El Reino del Planeta de los Simios" es magnífica. La calidad de los simios generados por animación con captura de movimientos sigue evolucionando, mostrando un nivel de detalle impresionante. Los escenarios, con su naturaleza vibrante y ruinas misteriosas, capturan la atención del espectador.
La película funciona casi como un rito iniciático. Construye meticulosamente a sus personajes, preparándolos para la acción y permitiéndoles evolucionar a lo largo de sus 145 minutos, que transcurren con la fluidez de un águila en vuelo. El final, aunque poético, puede resultar algo absurdo dentro del contexto (evitamos más detalles para no spoilear). El conflicto con Próximus queda algo inconcluso, lo que resta impacto a la parte final de la película. A pesar de ello, se mantiene como un blockbuster en toda regla, combinando acción y profundidad narrativa.